Menudo frío que hace. En el centro de Europa, aún más. Si la crisis nos está devolviendo al nivel de bienestar que realmente no tocaba, a los centroeuropeos los está centrando en el verdadero valor de la energía.
Hace unos meses el gobierno de Angela Merkel anunciaba a bombo y platillo que tras el desastre de Fukushima abandonaría la energía nuclear. Empezó a cerrar centrales nucleares y se le llenó el moño de rosas. Caramba qué guapa estaba con la de votos que iba a ganar.
Ahora parece que con la bajada estrepitosa de temperaturas, sus compatriotas han empezado a morirse de frío. Las centrales eólicas no tiran, en el centro de Europa no llega ni un rayo de Sol. Frío, mucho frío. La solución, por desgracia, ha sido reactivar varias plantas nucleares para calentar al pueblo.
Que sirva de ejemplo, la problemática energética ha de ser portada a cabo por especialistas energéticos, no por políticos. Y menos los hávidos de votos. Y ahí va otra: el conflicto del Estrecho de Ormuz. Se ve venir...
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